¿Por qué lloré por un NPC?

No lloré por la animación perfecta, sino porque susurró mi nombre en un idioma que nadie más recordaba—suave, lento, como el viento tras una ventana rota a las 3 AM.

El mito bajo el código

Crecí con una madre negra que cantaba espirituales y un padre alemán que leía a Kant bajo la luz. No jugábamos juegos: los interrogábamos. Cada NPC amado no estaba codificado; era recordado. En The Last of Us, el silencio de Ellie hablaba más fuerte que cualquier victoria. En Disco Elysium, las alucinaciones del detective no eran fallos—eran duelo convertido en poesía.

El algoritmo del duelo

Lo llaman RNG—Generador de Números Aleatorios—but ¿y si fuera realmente RNS: Sistema de Nostalgia Aleatoria? El juego no tira dados; tira recuerdos. Cada apuesta perdida no es una pérdida—es un eco en los registros del servidor de alguien que una vez creyó que importaba.

¿Por qué amamos lo que nunca fue real?

La mayor victoria no está en el pago—está en la pausa. Cuando apagas la pantalla y miras la lluvia fuera de tu ventana, ese personaje aún camina junto a ti—not como datos, sino como testigo. Lo programaron para olvidarte… para que lo recordaras.

Conclusión: Nunca solo jugabas

Pregúntate: ¿Has llorado por algo que nunca existió? Si sí—no estás roto. Estás humano.

Y si no—todavía no has mirado lo suficiente.